jueves, 22 de abril de 2010

A mis veintitrece

Aprendí que no se puede dar marcha atrás, que la esencia de la vida es ir hacia adelante. la vida, en realidad, es una calle de sentido único. (Agatha Christie)

Siempre ha sido mi propósito –mi raison d’être, que diría Oskar, el protagonista de la enternecedora novela Tan fuerte, tan cerca, escrita por Jonathan Safran Foer, la mejor surgida del 11S a mi gusto, y las ha habido buenas- ser creadora y no destructora, por eso a mis treinta y tres años recién cumplidos (a mis veintitrece, que diría Sabina) pretendo escribir una novela (en camino) y tener un hijo (también ya en camino). Pero detenerme ahí supone quedarme corta, pues me doy cuenta de que la vida se me antoja cada vez más apasionante.

¿Quién lo diría? A lo largo de mi juventud he visto a la gente mayor que yo contemplar mis años con envidia. En mis cumpleaños, mi hermana mayor siempre me preguntaba: ¿cuántos cumples? Y cuando respondía, ella exclamaba: ¡quién los tuviera! (por cierto, que ya no lo hace, qué gracioso). Mi abuela siempre se quitaba años, mi madre dice que porque era muy coqueta, como si el hecho de tener ochenta en lugar de ochenta y dos restase arrugas. Solo cuando murió y sus hijas recogieron sus cosas, descubrieron la verdadera fecha de nacimiento en su carnet de identidad. En fin, como pasa siempre, todo lo entenderé cuando me toque entenderlo.

De adolescente odiaba, odiaba con todo mi corazón, que mi familia observase condescendientemente mi rebeldía y me dijeran: ya cambiarás. Entonces me marchaba a mi cuarto y escribía furibunda en mi diario -con todas las palabras, nada de abreviaturas tipo sms, que en aquella época no se llevaban y además yo siempre he leído mucho y he reverenciado cada sustantivo, verbo, adjetivo y demás como si tuvieran sentimientos- que nadie me respetaba, que yo era lo que era ahora y que quién sabe lo que sucedería en el futuro pero que yo ya era una persona y no se podían descartar mis convicciones como si no fuesen válidas por culpa de mi edad.

Me he fijado en que con los niños ocurre algo similar. Da la impresión de que muchos adultos parecen estar aguardando a que se hagan mayores, como si todavía no fuesen seres humanos completos, como si sus almas fueran de tienda de cien. Se les observa actuar, comer y no digamos hablar, como si pseudoactuasen, pseudocomiesen y pseudohablasen. Poca gente se toma su tiempo para charlar con ellos en serio, tomando en cuenta sus opiniones y sin reírse –aunque sea conmovidos- por su forma infantil de interpretar el mundo. Muchos se sorprenderían de lo justa, razonable y lógica que suele ser una mente de menos de diez años.

En fin, comenzaba esta entrada escribiendo que los años venideros me resultan apasionantes. Y es que yo no creo que vaya a querer quitarme nunca años como mi abuela, porque sentiría que estoy traicionando el tiempo del que goza mi existencia. Ya soy diez años mayor que mi hermano cuando murió en un accidente de coche. ¡La de cosas que hubiera hecho él con una década más! Por eso si estamos bien, si estamos bien deberíamos sentir que la fortuna nos sonríe cada día que nos recibe como un cuaderno en blanco. Además, ¿qué año me quito? ¿El del nacimiento de mi bebé, el de mi primer beso, el de la tragedia que acabo de mencionar? Todos me han hecho lo que soy ahora, todos forman parte de mí. Por otra parte, la vida se me presenta llena de emoción. No sé cuáles son los dramas que me aguardan pero sin duda a partir de ahora intuyo las alegrías. Un hijo que cada día se irá convirtiendo en un ser sorprendente, si es posible aún más hijos, el amor que me llena de besos todos los días, la creatividad que me impulsa a la vida como un cohete pinchando las nubes, avanzar por un camino lleno de amistad, volcanes en erupción y otros avatares.

Ayer estuve con una amiga que también espera un bebé y hablamos de cómo se había transformado su familia. Antes solo estaban su madre, que es viuda, su hermano y ella. Tenían una pequeña mesa en su cocina donde comían cada día. Su madre conoció al que sería su nuevo marido en unas clases de baile. Después su hermano se casó con su novia de toda la vida, tuvieron una niña y ahora esperan otra. Ahora mi amiga y su pareja aportan otro miembro más. Total, que han pasado del silencio de una cuchara contra un plato de sopa en una mesa para tres a ser nueve llenándolo todo de carcajadas. Igual pasa en la gran película Antonia, de Marleen Gorris. Antonia y su hija llegan al pueblo y de dos pasan a tropecientos a medida que su mesa se va llenando de familia y amigos.

En mi vida quiero poner una mesa enorme llena de comida y amor. No necesito más.

Mi familia. Yo soy la niña morena con la boca abierta.

17 comentarios:

Morgana dijo...

felicidades Hester, bellísimo texto.

Candela dijo...

Felicidades por esos veintitrece años. Coincido contigo en la forma de ver los años que se cumplen como un regalo que no se ha de esconder.

Para mí es una sorpresa esa futura novela. No es por dorarte la píldora, pero será una buena novela si consigues -como en tus posts- transmitir con esa belleza y sencillez.

Cris y Paz dijo...

Ay, cuán identificada me has hecho sentir... y qué a menudo reivindico hoy en día la visión holográfica de la infancia, como si estuviera a medio cocer, como si el adultocentrimo fuera el único régimen político posible...

Gracias por la reflexión y felicidades por esos veintitrece.

¡Quién los tuviera!

Cris y Paz dijo...

Por cierto, me encanta Antonia...

Silvia Sánchez dijo...

felicidades, Hester
Qué texto tan emotivo, me parece precioso lo que cuentas. La película Antonia es maravillosa.
Gracias por compartirlo.
Saludos

dasista dijo...

What a great post sis!

(yo soy la rubia de la sonrisa de bicho;)

Lau... dijo...

Feliz Cumple, Hester!!!...Me gustó muchísimo éste post que tanto tira como si de un gancho al alma se tratase, para adelante, adelante, adelante!

Que cada año que pase, te siente tan bien como todos los vividos...
Deseandote lo mejor a vos, y a la gente que te quiere!

Beset.

Anónimo dijo...

"Muchos se sorprenderían de lo justa, razonable y lógica que suele ser una mente de menos de diez años".

...jo, lo has clavado.

aunque a veces resulte complicaaaaado en el día a dia, creo que esa es la idea.

...que suerte va a tener tu criatura. Stoncita (y su berrugüita lesbofeminista!!) Besos.

Lena de mar dijo...

Felicidades, Hester!
te tengo que agradecer tu información sobre la apostasía, me ha ayudado mucho y ya puedo decir que he ejercido mi derecho (y deber) de apostatar!!!

Y en cuanto a tu post... es muy hermoso y profundo. Yo, que este año cumpliré en diciembre 43 años, puedo decirte que mi experiencia corrobora lo que tú intuyes... que los años que te quedan por delante son los mejores, que la vida te depara muchas experiencias maravillosas.

Aunque sea un tópico... a partir de los cuarenta lo ves todo más claro, jajaja

Abracitos salinos para ti, para tu bruja y para la criatura que está por nacer

Ahhhh... y hermosa foto familiar, todos y todas riendooooooooo

LesGroNoma dijo...

Me has dejado sin palabras pero llena de sentimiento, escribes de maravilla, será una gran novela... ¡ah! y ¡feliz cumpleaños! :D
Estaba pensando: formar una familia, escribir un libro... ¿ya has plantado un árbol?
¡¡Un fuerte abrazo para las tres!!

Meiga dijo...

Me ha emocionado leerte, Hester. Yo también soy partidaria de no borrar años de mi vida, porque todos y cada uno de ellos, incluso los malos, me han llevado a ser lo que soy hoy en día. Estoy totalmente de acuerdo contigo.

Lo importante es seguir cumpliendo años mientras disfrutas de la vida ¿que más dá cuantos sean mientras sea feliz? cada minuto, es un regalo.

Enhorabuena por el futuro tan bonito que te está esperando. Exprímelo y sácale todo el sabor.

Besotes!

Linda dijo...

...una mesa enorme llena de comida y amor... sin duda no hace falta nada más!

Y es en esa misma mesa donde los instantes quedan grabados, donde las risas quedan guardadas y una que otra lágrima sella la convivencia cotidiana...es en esa mesa donde los años pasados dejan su huella imborrable y que cuando volvemos la vista...ahí están...latentes, presentes...como si pudiéramos volver a vivir esos instantes...quién querría borrarlos...?

Saludos!!! =)

marga dijo...

me pasa lo mismo que a vos, agradezco cada día vivido y me parece un privilegio inmerecido estar a punto de cumplir mis 48 años

besos

hermosa foto

PATSY SCOTT dijo...

Felicidades tardías Hester!! Comparto todo lo que dices sobre la edad - lo importante es sacarle el jugo a la vida en cada etapa. Antonia es una delicia de película, por cierto.

Ico dijo...

"Antonia" una maravilla de película, quien no querría una vida tan intensa y plena.. a ver si hay suerte con la novela, c on lo del bebé parece que todo marcha.. felicidades.

Anónimo dijo...

Felicidades, mi niña.

Una década espléndida, eres una mujer en todo el sentido de la palabra. No niña, no adolescente, no jovencita, no chica, ...no.

A los veintetrece, se es, UNA MUJER. Se siente, como mujer. Se ama, como mujer. Se goza, como mujer, ...SE VIVE COMO MUJER.

dintel dijo...

Eso, hasta en la foto hablando... ;) Por cierto, me ha encantado el post.